Es increíble como un simple líquido viscoso ha atrapado a tantas y tantas generaciones y culturas a lo largo de la historia de la humanidad. Ya en la mitología sumeria de hace millones de años se hace referencia a cómo el todopoderoso Enki, creador de otros dioses, esparció su semen dentro de Ninsar y como Brahma, dios creador del universo en el hinduismo, esparció su semen en el mar engendrando de esta forma a sus descendientes.
En otras fábulas, su presencia ha formado parte de historias tan curiosas como la batalla de semen que se libró entre los dioses egipcios Set y Horus (en la que posiblemente ambos acabaran agotados). En otras culturas como la china, el acto de eyacular o de expulsar el esperma suponía, al contrario de lo que pudiera parecer, una fuga o pérdida de la fuerza innata del hombre que le restaba energía y vigor.
No será ni la primera ni la última vez que se escriba acerca de la larga lista de cualidades que contiene el semen. Así de un simple golpe podemos enumerar el calcio, el zinc, el fósforo, el magnesio y el sodio así como nutrientes de bajo poder calórico, proteínas y vitaminas como la C y la B12. Todo un complemento nutricional al que se puede tener fácil acceso sin tener que rascarse demasiado el bolsillo.
Y si todo lo anterior no fuera suficiente, además se le conocen propiedades antidepresivas conteniendo principios que ayudan a estimular nuestro estado de ánimo como la serotonina, la oxitocina, la prolactina y el cortisol entre otros.
Un momento ¿menstruación masculina? Por muy raro que pueda parecer, los hombres también cuentan con su propio ‘ciclo menstrual’ basado en un proceso que dura entre 64 y 75 días, algo más de dos meses y medio, y que se comienza a desarrollar en los testículos. Es en este periodo cuando se forman los espermatozoides con su cabeza, cuello y cola y más tarde pasan a formar parte del líquido pegajoso que conocemos por semen.
Duro pero cierto. Esta es la realidad a la que no enfrentamos tras haber conseguido mejoras en nuestro estilo de vida. Tenemos coches, trenes de alta velocidad y Wifi en los parques, pero todo esto ha originado que el semen de la nueva era sea de peor calidad que hace apenas unas décadas. Según recientes estudios, en un 50% de los casos el hombre es responsable de la imposibilidad de tener hijos dentro de la pareja.
Entre las causas más probables de esta imparable disminución en calidad y cantidad se encuentran el estrés, la contaminación y la alimentación. Se ha demostrado como individuos que ingieren en su dieta altos niveles de grasas saturadas tienen una concentración espermática inferior al resto. Además, otros hábitos como fumar regularmente marihuana o el consumo de alcohol, también reducen a la mitad la calidad del semen.
Recientes estudios e investigaciones de universidades de todo el mundo están fijando su atención en los efectos beneficiosos del semen en las mujeres. Desde mejorar la calidad del sueño hasta tratar temas tan delicados como la depresión, el caso es que este líquido blanquecino no sirve sólo para una función procreadora sino para ayudar al género femenino en cuestiones de diferente índole.
A cada paso del camino vamos dejando un poco de nosotros. Eso es lo que ocurre con la cantidad de semen que genera nuestro organismo. La cantidad que expulsa un individuo en cada eyaculación es de aproximadamente de entre 1,5 y 5 mililitros, algo así como una cucharadita de las de café. Una disminución gradual de esta cantidad a lo largo del tiempo es lo que se considera dentro de la normalidad y puede comenzar en cualquier década de la vida, a partir de los 20 años en adelante.
Sin embargo, y a diferencia de lo que se pueda creer, una mayor cantidad no siempre es sinónimo de calidad. Un volumen excepcionalmente grande no implica que sea un semen potente; por el contrario puede contener pocos espermatozoides o que estos sean vagos, lentos y con poca movilidad.