La pereza, el cansancio o la simple dejadez a veces nos impiden realizar una actividad tan saludable y placentera como es el sexo. El caso es que practicar sexo como parte de nuestra vida -como respirar, comer o conversar- tiene tantos beneficios que es casi imposible no rendirse a sus encantos.
¿A quién le viene mal un poquito de autoconfianza? A veces pasamos por alto la necesidad de sentirnos bien con quienes somos en pro de nuestras actividades diarias (trabajar, ir al gimnasio, preparar la comida para el día siguiente…). Practicar sexo de una manera continuada hace más por nuestra autoestima que un millón de piropos; y si andamos faltos de ganas siempre podemos echar mano a complementos o afrodisíacos que nos ayuden a recuperarlas.
Y no sólo en el terreno amoroso. Las relaciones íntimas ayudan a un mejor funcionamiento del sistema cardiovascular activando la circulación sanguínea, disminuyendo la presión arterial y, por tanto, fortaleciendo nuestro corazón. Para personas especialmente perezosas a las que les cuesta ponerse en marcha, una sesión de sexo y caminar dos horas y media a la semana, son suficiente para mantener éste músculo fuerte y sano.
¿Demasiado trabajo? ¿Millones de personas en el metro, en el supermercado, en las duchas del gimnasio? ¿Ascensor averiado? A veces no tenemos las culpa de que todo el peso del mundo caiga sobre nuestros hombros. Sin embargo, practicar sexo puede ser el gran remedio del siglo XXI contra el estrés de vivir en el siglo XXI. Según diversos estudios acerca de los efectos de la actividad sexual en el ser humano, los niveles de estrés disminuyen después de mantener relaciones íntimas exista o no la penetración.
Según un estudio llevado a cabo en el departamento de psicología de la Universidad de Wilkes, en el estado de Pennsylvania (Estados Unidos), existe una fuerte relación entre la frecuencia de las relaciones íntimas y la fortaleza de nuestro sistema inmunológico. Así, a mayor actividad sexual, mayor es el porcentaje de inmunoglobulina A en el organismo, haciéndonos más resistentes ante ciertos virus como el de la gripe.
Mientras mantenemos relaciones sexuales estamos ayudando a que nuestra piel luzca mucho más resplandeciente y brillante. El aumento de la circulación sanguínea y el incremento del paso de oxígeno en nuestras arterias refleja en nuestra cara los beneficios de haber practicado el coito. También ocurre con los orgasmos. El aumento de endorfinas que se produce al llegar al clímax provoca sensaciones de felicidad y alegría especialmente saludables para el equilibrio emocional además del aspecto físico.
Si bien es cierto que a través de las películas y de la propia experiencia hemos comprobado cómo tras el coito son muchos y muchas quienes no pueden soportar el irrefrenable sopor que experimentan tras el sexo, no podemos culpar a nadie por ello. Ha quedado demostrado que el nivel de relajación que se produce después de llegar al clímax, y tras una fuerte descarga de oxitocina, es tal que mejora la calidad del sueño permitiéndonos dormir mejor.
No, no es una afirmación tan obvia como parece. Con el paso del tiempo muchas parejas acaban relegando el sexo a tan sólo unos determinados momentos impidiéndoles disfrutar de los beneficios que supone practicarlo con cierta asiduidad. El contacto físico hace que liberemos la oxitocina, una hormona que ayuda a mantener un fuerte grado de intimidad y de entendimiento en el núcleo de la pareja, favoreciendo la relación tanto fuera como dentro del dormitorio.
Si hasta ahora las sesiones amatorias duraban unos escasos minutos, puede que esta afirmación nos anime a esmerarnos un poquito más. Practicar sexo durante 25-30 minutos ayuda a quemar una media de 85 calorías (100 para ellos y 69 para ellas), haciendo un total de 595 cal. a la semana. ¿En qué otra actividad física además de perder peso aumentamos nuestra autoestima, mejoramos nuestros corazón, el sistema inmunológico, reducimos el estrés y dormimos mejor?.