Si para conocer nuestra propia sexualidad necesitamos tiempo y dedicación, hay que redoblar esos esfuerzos para dominar y hacer disfrutar a una persona con diferentes inquietudes, deseos y puntos eróticos. Por ello es necesario seguir unas pequeños pasos que, aunque no tienen porqué ser rígidos, sirven para acertar en los elementos básicos del universo sexual femenino.
Para ellas la ocasión es tan importante como el objetivo final. No podemos empezar una masturbación en cualquier lugar o escenario si nuestra pareja no se encuentra motivada. Por eso recomendamos crear un entorno comfortable donde ya sea tumbados en una cama, en la parte trasera de un coche o en el sofá de la sala de estar, encontremos el mejor contexto para nuestro propósito. Además también es conveniente que ambos os encontréis en una postura cómoda. La más básica: ella tumbada boca arriba y tú acostado a su lado.
Una vez tenemos el escenario montado no es necesario empezar masturbando a nuestra pareja con tocamientos directos en la vagina o en el clítoris. Es más fiable comenzar con caricias en los pechos, las ingles, besos el cuello y otras partes del cuerpo hasta que nos vayamos imbuyendo poco a poco en las tierras del placer. Hay que tener en cuenta que el clítoris está constituido por una multiplicidad de terminaciones nerviosas y que intentar estimularlo inmediatamente puede causar más dolor que excitación.
Si en el primer paso no hemos conseguido que sus niveles de excitación la lleven a estar lo suficientemente húmeda, podemos utilizar elementos externos que nos ayuden en nuestra tarea. Si tenemos suficiente confianza y no corremos peligro de contraer ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual) podemos usar la saliva -bien la suya o la nuestra-. Más higiénico es el uso de lubricantes, muy variados en el mercado, que además de ser muy útiles pueden convertirse en grandes compañeros en nuestras relaciones íntimas.
La sexualidad femenina está compuesta por una variada cantidad de puntos erógenos que tienen su mayor exponente en el clítoris y la vagina. El primero, a nivel externo, deberemos aprender a estimularlo y excitarlo (paso 5), mientras que la vagina esconde el mayor secreto de todos: el misterioso punto G. Además de estos dos arquetipos que debemos reconocer y explorar, hay otros como la zona que se comprende entre la vagina y el ano que aunque poco conocida es un campo inexplorado de placer.
Llegados a este punto se recomienda encarecidamente tener la uñas los más cortas y lustrosas posibles con el ánimo de proporcionar una experiencia especialmente satisfactoria. Aquí, podemos trabajar de distintas maneras: con movimientos circulares alrededor del clítoris, deslizando suavemente los dedos sobre los labios de la vagina o ejerciendo ligeras presiones con la palma de la mano en toda la superficie. También se pueden deslizar los dedos índice y anular desde el clítoris hasta la vagina y una vez allí introducirlos intentando tocar la pared interna superior. Si somos habilidosos podemos usar ambas manos a la vez, una para estimular el clítoris y la otra para hacer lo mismo en la vagina. Todos esto movimientos se pueden repetir y no tienen un patrón concreto. Lo más importante es estar atentos a las respuestas de la pareja para saber qué es lo que más placer le está proporcionando.
Las mujeres funcionan no sólo con sus partes íntimas sino también con el cerebro y la mente. Mantener su imaginación encendida con insinuaciones o susurros acerca de lo que les vamos a hacer, incluso mucho antes de vaya a ocurrir, puede provocar una respuesta mucho más inmediata que poniendo una mano sobre su vagina. También el uso de juguetes eróticos como vibradores o dildos nos pueden ayudar a la masturbación femenina. Es especialmente divertido hacerla disfrutar mientras nosotros tenemos el control del ‘aparato’ y de la situación en un escenario creado por y para su propio placer.