En la vida hay muchos motivos por los cuales uno puede ser el mejor siendo el más rápido: en una competición de atletismo, llegando el primero a la cola del cine o haciendo cálculos matemáticos. ¿Y en el sexo? ¿Dan una medalla por ser el más veloz en la cama? El acto amatorio necesita de su tiempo y no hay que confundir un encuentro pasional, fugaz, que acaba siendo satisfactorio para ambas partes con uno en el que, apenas dos minutos antes de empezar a calentar motores, ya se han puesto los frenos. Parece igual pero no es lo mismo.
Existe un tipo de trastorno conocido como eyaculación precoz donde la palabra ‘rapidez’ cobra especialmente todo su sentido. Aunque no hay una estimación media del tiempo que debe tardar un individuo en ‘venirse’ durante el encuentro sexual, una duración por debajo de los dos minutos después de la penetración se considera deficiente. Cuando esto sucede la sensación de vacío ante la falta del cumplimiento del deber se instala en el subconsciente y genera un problema añadido al que ya se tiene. ¿Por qué me pasa a mí? Se pregunta. Ante esto sólo podemos responder: Tranquilo, tiene solución.
Como ocurre con todos los problemas que se presentan en la vida, para poder atajarlos de raíz hay que entender qué causas lo provocan. Gracias a los avances en medicina y ciencia sabemos con seguridad que los principales motivos para sufrir eyaculación precoz tienen o bien un componente físico al que se le puede poner solución sólo o con ayuda, o bien un componente psicológico, donde se necesitará el apoyo de un/una profesional y la perseverancia por parte del ‘paciente’.
¿Cómo ponemos remedio a la eyaculación precoz?
Conocemos las causas y hemos identificado nuestro problema. ¿Cuál es el siguiente paso? Correcto, ponerle remedio.
Para la eyaculación precoz fisiológica existen ciertos tratamientos que ayudan a evitar el problema en las puede estar implicado sólo el sujeto en cuestión o el sujeto y su pareja. Especialistas en este ámbito recomiendan la masturbación una o dos horas antes de tener relaciones sexuales, el uso de un preservativo grueso que ayude a disminuir la sensación en el pene así como ciertas posturas sexuales que ayudan al retardo de la eyección del semen.
Si con estos métodos no se obtienen los resultados deseados, siempre se puede echar mano de ciertos medicamentos que ayudan a dilatar el momento de la eyaculación. Lo más comunes son los utilizados en tratamientos psicológicos o depresivos como la paroxetina, la fluoxetina y la sertralina además del uso de algunos anestésicos en crema o en espray que se aplican en la zona en cuestión.