Hasta ahora parecía que existía una parcela ocupada solamente por mujeres donde los hombres tenían como único recurso quedarse fuera asistiendo al evento como meros espectadores. Sin embargo, el santo grial del placer, el orgasmo múltiple durante el coito, es una realidad que no entiende de sexos y que, aunque muy difícil de alcanzar, no por ello es imposible de realizar.
A diferencia de lo que les ocurre a ellos, las mujeres multiorgásmicas son aquellas que consiguen una secuencia de orgasmos con una intensidad más o menos parecida. En los hombres, la multiplicidad de orgasmo se efectúan llegando al clímax pero sin que exista una eyaculación. Mediante la práctica lo que se consigue es anular el período refractario, es decir, la fase que sigue a la expulsión del semen, durante la cual el hombre no puede tener una erección. A este tipo de estímulo sexual se le denomina ‘orgasmo seco’.
Aunque parezca ciencia ficción, aquellos Individuos que adquieren la capacidad para detener la eyaculación momentos antes de llegar al orgasmo consiguen igualmente obtener placer sexual ya que se trata de una forma de controlar su propio cuerpo. Si nos atenemos a lo que dice la ciencia, la llegada al orgasmo se relaciona con el sistema nervioso y la eyaculación con la actividad muscular, por lo que tiene sentido que ambos fenómenos además de darse juntos se puedan aislar el uno del otro.
Como hemos señalado anteriormente, la ruta para poder alcanzar este punto consiste en la práctica. De hecho, una de las principales claves del multiorgasmo masculino está en mantener la erección a pesar de alterar los ciclos a los que estamos acostumbrados. Para ello, existen los ejercicios como los de Kegel así como el denominado sexo tántrico donde, además de energía y chakras, lo que se consigue es activar el flujo sanguíneo y el sistema nervioso central.
En la teoría hemos aprendido a diferenciar por qué orgasmo y eyaculación se pueden dar por separado y ahora es el momento de aprender a ponerlo en práctica. La mayor parte de técnicas están basadas en el dominio y tonificación de los músculos que se activan cuando llegamos al clímax tales como los ejercicios de Kegel, muy usados durante tratamientos de disfunciones sexuales o enfermedades como el cáncer de próstata.
Esta práctica, que recibe su nombre del ginecólogo Arnold Kegel, consiste en tensar el músculo PC (músculo pubococcígeo) entre tres y cinco segundos, relajar la zona y volver a contraerla aumentando poco a poco el tiempo. Para que sea totalmente efectiva es necesario que este proceso se repita varias veces durante varios días. Si bien se pueden ejecutar tanto de pie como mientras realizamos alguna actividad, se recomienda practicarlos mientras estamos tumbados y prestando plena atención a los ejercicios.
Una vez el músculo PC esté ejercitado, podremos tensarlo durante el acto sexual en el momento que creamos que estamos a punto de alcanzar el orgasmo. De esta forma lo que conseguimos es muy parecido a los resultados del denominado ‘sexo tántrico’, otra técnica más reconocida pero no por ello más usada que ayuda a alcanzar el orgasmo múltiple masculino.
Durante las relaciones denominadas tántricas practicamos sexo del modo habitual pero nos acercamos al clímax como si fuéramos a cámara lenta. Su proceso, aunque complejo de explicar, se basa en unas pautas básicas que se pueden poner en práctica sin ser un experto. Así, una vez nos encontremos en pleno acto y justo cuando notemos que queremos culminar, lo que intentaremos es disminuir la velocidad de los movimientos hasta crear un punto donde sentiremos placer pero sin llegar a culminar.
Una vez alcanzado este punto y una vez creamos que estamos preparados, permitiremos nuevamente que el orgasmo se acerque mientras contraemos los músculos de la pelvis. Por así decirlo, lo que estamos haciendo es retrotraer la eyaculación y engullir el orgasmo hacia dentro. Es en estas condiciones cuando el cerebro manda la orden para que se produzca el orgasmo, es decir, los estímulos y sensaciones placenteras que vienen con la llegada al clímax, pero sin llegar a la eyaculación y manteniendo la erección.
Como vemos, el multiorgasmo masculino es un proceso complejo para el que es necesario entender el funcionamiento de nuestro cuerpo. Una vez que asimilemos que se puede llegar al clímax en repetidas ocasiones de una manera más o menos intensa pero sin llegar a expulsar semen, tenemos medio camino andado. En cualquier caso, lo importante es que sepamos descubrir aspectos ocultos de nuestra propia sexualidad y que estemos abiertos a hacer algunos cambios.