Sólo el que la sufre sabe lo difícil que es convivir con un problema que ha sido causa de mofa y chiste en la vida diaria de muchas conversaciones populares. La disfunción eréctil (DE), más conocida como impotencia, afecta a una parte esencial del desarrollo vital de un ser humano, incapacitándolo para el gozo y disfrute de una actividad tan importante para la estabilidad física y mental, las relaciones sexuales. El sentirse incapacitado sexualmente no es sólo una cuestión basada en un comportamiento que afecta a nivel externo sino que provoca en quien la padece una sensación profunda de fracaso que puede afectar con más intensidad que un simple problema médico. Cuando la virilidad, la masculinidad o la potencia sexual se ponen en entredicho, la falta de autoestima puede alcanzar cotas preocupantes que deben ser atajadas cuanto antes.
‘Salir del armario’ de nuestras inseguridades y reconocer cuanto antes que padecemos una disfunción eréctil es el primer paso para ponerle solución. Una vez dado alcanzado este punto hay que entender las causas que la provocan e identificar cuál de ellas nos afecta.
Es importante conocer el modus operandi de la DE para poder reconocer sus causas. Es posible que la incapacidad para obtener una erección sólo ocurra cuando estemos en pareja y que a solas, en una actividad masturbatoria, nuestro miembro actúe eficazmente. En este tipo de casos la causa más probable de DE sea la psicológica. Si por el contrario nos sentimos incapacitados para ‘actuar’ en cualquier circunstancia, es posible que el problema venga derivado por un motivo físico.
Ahora llega la parte más interesante del proceso. Cuando se han identificado y reconocido las causas de la DE, todo lo que está por venir tiene como único objetivo poner freno y buscar un remedio. En los casos donde existe un problema derivado por razones psicológicas, lo más inteligente es ponerse en manos de un profesional de la salud mental, como un psiquiatra o un psicólogo, que nos ayude a identificar qué, cómo y por qué nos ocurre y principalmente, formas y métodos de ponerle solución. En aquellas casos de DE relacionados con causas físicas, existen tratamientos basados en un cambio de estilo de vida más saludable para tratar de reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular. Los productos farmacológicos, como la famosa ‘pastilla azul’ cuyo componente principal es el sildenafilo, ayudan a aumentar el riesgo sanguíneo en la zona favoreciendo la erección. También son efectivas las bombas de vacío, que fomentan que la sangre fluya hacia el pene y funcionan en un 90% de los casos.
Los que saben y quienes la han estudiado lo tienen claro: se estima que la mitad de los hombres con edades comprendidas entre los 40-70 años padecerán en algún grado la DE. Por este motivo es tan importante seguir las recomendaciones de los expertos para poder evitarla y ‘darle esquinazo’.